Archidiócesis de Sevilla

El buen pastor da la vida por las ovejas

 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

 -Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersas; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

 Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también‚ a ésas las tengo que traer, y escuchar n mi voz y habrá  un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.

Comentario de Álvaro Pereira

«Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11.14). Jesús se presenta como aquel que cumple las esperanzas de Israel. Él, como el pastor y mesías davídico (Jer 23,5-6; Ez 34,23-24; 37,24; Miq 5,1-3; Zac 13,7-9), no es un asalariado que huye ante los lobos, sino que arriesga la vida por sus ovejas. De hecho, la entregará en la cruz, como recuerda Pedro en la primera lectura (Hch 4,10). Ahora bien, Jesús es más que David (Jn 7,42). La expresión «Yo soy» identifica a Jesús con el mismo Dios, quien en Ez 34 se presentó como el auténtico pastor que venía a cuidar de su gente, frente a las autoridades injustas que habían llevado por caminos de perdición a su pueblo: «esto dice el Señor: “Yo, Yo mismo iré en busca de mis ovejas y las apacentaré”» (Ez 34,11; cf. Gén 48,15; 49,24; Is 40,11; Sal 23,1; 80,2; 95,7; etc.).

Jesús es buen pastor porque «conoce» a sus ovejas, y ellas lo conocen. Este «conocer» no es solo una operación mental o intelectual sino que implica una relación personal y afectiva. Se trata de una comprensión por intimidad. Y esta intimidad entre Jesús y sus discípulos se funda en la relación de Jesús con el Padre (Jn 14,7.9.20; 17,3). Con ello Jesús eleva a «los suyos» a la esfera del conocimiento divino. Igual que el Padre conoce y ama a Jesús, así los discípulos son llamados a entrar en esta dinámica de intimidad profunda.

La misión Jesús buen pastor no se limita a Israel, sino que alcanza las «otras ovejas», los gentiles, hasta conformar «un solo rebaño» en torno al «único pastor». Es la consecuencia lógica del don de la vida de aquel que muere voluntariamente por todos: la entrega total implica la apertura total.